CAMBIO DE HORARIO
El cambio de hora se remonta a la década de los 70, con la primera crisis del petróleo, cuando algunos países decidieron adelantar el reloj para aprovechar mejor la luz natural del Sol y consumir menos electricidad (España introdujo el cambio horario en 1974). En 1980, la Comunidad Económica Europea -de la que España aún no formaba parte- publicó la primera directiva para poner orden sobre el tema en los diferentes países.
La noche del sábado 27 al domingo 28 de Marzo, los relojes deberán adelantarse una hora para entrar en el horario de verano. Como manda la tradición, esa noche dormiremos una hora menos.
Cuando las agujas del reloj marquen las dos de la madrugada, se tendrán que avanzar hasta las tres. cuya intención es la de ajustar la jornada laboral a las horas de luz natural.
El efecto más inmediato del cambio de hora es que amanecerá y anochecerá una hora después, por lo que dispondremos de más tiempo de luz solar por las tardes. Ello suele beneficiar a los negocios de ocio como la restauración.
El cambio al horario de verano suele tener efectos molestos (en forma de insomnio, somnolencia, irritabilidad o mareos), sobre todo en niños y ancianos, que este año pueden verse agravados por el confinamiento.
Lo que sí es un hecho es la alteración del sueño debido al cambio de hora, ya que el horario de trabajo sigue siendo el mismo aun habiendo dormido una hora menos. La ruptura de la rutina del sueño provoca un efecto similar al del jet-lag.
Uno de los argumentos que avalan el cambio al horario de verano son los datos que aporta el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), que estima que el ahorro energético potencial es de un 5% solo en España. Este porcentaje representa, aproximadamente, unos 300 millones de euros. De esta cantidad, 90 millones corresponderían al consumo doméstico (unos 6 euros por hogar), y el resto, a la industria o a la iluminación de edificios de servicios.
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